En España estamos aún en la Edad de Piedra en cuanto al tratamiento del
dolor, limitándose éste prácticamente al consumo de analgésicos.
Si lo comparamos con lo que se hace en otros países, el panorama es desolador, rayando en lo escandaloso.
Está claro que nadie muere de un brote de artrosis, de tortícolis o de lumbago. Pero ¿eso es razón suficiente para descuidar hasta tal punto a los millones de personas cuya vida está arruinada por el dolor articular?
Si lo comparamos con lo que se hace en otros países, el panorama es desolador, rayando en lo escandaloso.
Está claro que nadie muere de un brote de artrosis, de tortícolis o de lumbago. Pero ¿eso es razón suficiente para descuidar hasta tal punto a los millones de personas cuya vida está arruinada por el dolor articular?