Un estudio de la OCDE sostiene que las regulaciones más estrictas
en las rentas de los alquileres se vinculan a una posibilidad mayor de
recesión.
La OCDE ha analizado cómo las políticas de vivienda influyen en las recesiones.
La OCDE ha analizado los efectos que han tenido las
medidas exigidas al sector financiero por las autoridades, lo que le ha
permitido establecer la forma en que la política de vivienda aplicada en
un determinado entorno contribuye a crear en él una economía más
resistente. Del trabajo se desprende que la limitación y control de los
préstamos hipotecarios se asocia con una menor probabilidad de recesión.
Por el contrario, se confirma que las regulaciones más estrictas en
las rentas de los alquileres se vinculan a una posibilidad mayor de
recesión. De igual modo, la OCDE observa que las imposiciones fiscales
más altas sobre la vivienda se vinculan a recesiones menos impactantes.
El mercado inmobiliario y las burbujas que se gestaron en varios
países del mundo, como Estados Unidos, Irlanda o España, fueron en gran
medida el origen de la Gran Recesión. En estos momentos, cuando aún no
se han digerido todos los excesos del ciclo anterior, empiezan a asomar
los propios del ciclo actual, que no pasan tanto como en el pasado por
un incremento excesivo de los precios de compraventa, ni por un aumento
peligroso del crédito dirigido a la actividad inmobiliaria. La vivienda
continúa siendo un instrumento extractor de rentas, pero ya no tan
generador de endeudamiento para hogares ni de riesgos para los bancos.
Porque el precio de la vivienda en compraventa es inaccesible para una
población con bajos salarios y contratos de trabajo inestables, lo que
también veta el acceso al crédito. Pero su alternativa, el
alquiler, ha subido de manera desproporcionada si se compara con cómo se
ha recuperado la renta disponible de los hogares. Y por ahí puede estar
asomando la próxima crisis inmobiliaria.
La cuestión es
si la actual dinámica del mercado inmobiliario es más o menos dañina
para la economía en su conjunto que la lógica anterior dirigida por la
subida de los precios de compraventa y el endeudamiento de los agentes
económicos. ¿Cuando el mercado inmobiliario actual se tope con sus límites será tan dañino como cuando hizo lo mismo hace doce años?
Lo
que ocurre en el mercado inmobiliario afecta en la economía general y
en las tendencias macro: los cambios en los precios, en las rentas y en
las hipotecas impactan en la riqueza de los hogares, en sus ingresos y
en el consumo, lo que tiene consecuencias, a su vez, en la demanda
agregada y en la inflación, además de en las decisiones de inversión.
Un documento de trabajo elaborado por la OCDE
trata de desentrañar las circunstancias y las políticas públicas que
amplifican o mitigan la probabilidad de que haya shocks en el mercado
inmobiliario, así como la dimensión de su impacto en el crecimiento
económico general. En particular, analiza las consecuencias de las
medidas macroprudenciales exigidas por las autoridades al sector
financiero, la regulación de los alquileres, la política fiscal y las
restricciones en el uso del suelo.
Los principales hallazgos de la OCDE se resumen en cinco. En primer lugar, afirma
que reglas más estrictas en el tamaño de los préstamos en relación con
el valor de los activos se asocian con una más reducida probabilidad de
recesiones severas, pero también con recuperaciones económicas
menos vigorosas. Lo mismo se puede decir de las consecuencias de los más
exigentes requisitos de capital: la penalización con coberturas o
provisiones a la concesión de hipotecas de riesgo se vincula a episodios
más sólidos de crecimiento, lo que es consistente con la idea de que
favorecen una más eficiente asignación de capital.
El documento,
en tercer lugar, evalúa el impacto de la regulación del mercado del
alquiler. Y extrae dos conclusiones relevantes: por un lado, observa que
una regulación más estricta de las rentas está asociada con una probabilidad mayor de recesiones largas y profundas,
lo que puede estar relacionado con la posibilidad de que generen
cuellos de botella en la oferta de vivienda y menor movilidad laboral; pero,
por otro lado, el organismo concede que las regulaciones al alquiler
"parecen lograr su objetivo de proteger a los inquilinos contra los
shocks económicos adversos". Abundando en esta cuestión, la
OCDE apunta que en los países con una regulación más estricta del
mercado inmobiliario, los hogares de baja renta son más capaces de
absorber eventuales caídas de los ingresos y del consumo gracias a la
estabilidad y la seguridad residencial que proporcionan el control de
las rentas y la reducción del riesgo de desahucio o de sinhogarismo.
Pero ello no rebaja la probabilidad de que haya recesiones severas y
duraderas, al tiempo que perjudica a los quintiles más elevados de renta
y reduce la duración y la intensidad de los ciclos alcistas.
En cuanto a la política fiscal, según observa la OCDE, una imposición efectiva más alta sobre la vivienda suele estar asociada con recesiones menos severas.
Además, los países con unos impuestos más elevados suelen registrar
fluctuaciones más moderadas en los precios de la vivienda y ciclos
inmobiliarios en general más suaves: una fiscalidad elevada reduce las
expectativas de beneficio y, por tanto, desincentiva la inversión
especulativa, lo que contribuye a evitar que se hinchen los precios en
exceso. Esta conclusión está basada en la observación de los tipos
marginales efectivos sobre las viviendas ocupadas por sus propietarios
así como en las propiedades destinadas al alquiler.
Por último,
el impacto en la política del suelo aún no está analizada en
profundidad, pero, los resultados tentativos sugieren, según la OCDE,
que las restricciones a la construcción son un freno a los booms
inmobiliarios, pero también a la recuperación de la inversión en el
mercado inmobiliario residencial después de las crisis.
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