sábado, 15 de diciembre de 2018

Cómo salvarse si sufre un infarto

El día que una persona va a morir de un infarto seguramente se ha despertado como cualquier otro día.

Ha podido desayunar como siempre, se ha vestido, se ha despedido de su familia y ha cogido su medio de transporte habitual para ir al trabajo. Como cualquier otro día. Sin saber que iba a ser la última vez que hiciera todas esas cosas. 


De pronto, sin previo aviso, ha empezado a sentir un dolor profundo en el pecho, como una congestión inexplicable, al que se suma dolor en los brazos (normalmente el izquierdo), en los hombros, en la mandíbula o en la espalda. Los brazos, las piernas y la cara se quedan de pronto sin fuerzas.

Es frecuente que también tenga dificultades para respirar, náuseas o vómitos, mareos, sudor frío y una intensa palidez.

Le sigue una cierta confusión, problemas visuales, un dolor de cabeza intenso y debilidad o pérdida de conciencia.

Lo normal es que quien sufre un infarto no tenga todos los síntomas, sino una combinación de algunos de ellos.

Todo este proceso puede durar entre pocos minutos (el 25% de los infartos son fulminantes y en ellos la muerte es la primera y la última manifestación del infarto) y varias horas.

¿Qué posibilidades hay de salvarse?


El tiempo apremia. Cada media hora que se tarda en tratar un infarto aumenta un 7,5% el riego de morir, mientras que si se trata durante las primeras cuatro horas el 80% de los pacientes sobrevive.

Por eso son decisivos los desfibriladores y llamar a los servicios de emergencias rápidamente.

¿Pero por qué se produce un infarto?

Ocurre por la muerte de una parte del músculo cardíaco, que a su vez se produce por la obstrucción de una arteria. Esta obstrucción interrumpe el suministro de sangre a las fibras del corazón, que mueren de forma irreversible.

Lo normal es que no se llegue a esta situación sin más. Factores como la hipertensión (que obliga al corazón a trabajar en malas condiciones) o la arterioesclerosis (que lleva tiempo estrechando los vasos sanguíneos) están detrás. También la diabetes es un factor de riesgo de infarto, como lo son el tabaco, la obesidad y el estrés sostenido.

¿Es posible evitar sufrir un infarto?


La mejor forma de salvarse de un infarto es… no sufrirlo. Suena perogrullesco, pero es de lo que hoy quería hablarle.

Lo que quiero desvelarle es cómo evitar morir a consecuencia de un infarto, de un ictus o de una embolia pulmonar. En definitiva: cómo evitar morir de una enfermedad cardiovascular.

Soy consciente de que es una promesa ambiciosa, y más teniendo en cuenta que una de cada tres personas muere por esta causa en nuestro país.

De lo que se trata es de que usted no sea una de ellas. Ni sus familiares ni sus allegados. Se trata de salvarle la vida.

Y le aseguro que aunque librarle de morir de un infarto o un ictus son palabras mayores, voy a cumplir mi promesa. Sólo le pido que lea atentamente lo que voy a contarle.

¿No le parece sorprendente que pese a las técnicas de resucitación cardiopulmonar, las ambulancias, los desfibriladores, las cirugías cardíacas cada vez más sofisticadas, pese al uso masivo de estatinas contra el colesterol, de pastillas para la hipertensión… sigamos año tras año en el mismo punto, sentenciados a morir por culpa de alguna enfermedad circulatoria?

¿No será que estamos siguiendo la estrategia equivocada?


No es descabellado pensarlo, y cuando lea la información que contiene este informe, no le cabrá ninguna duda. Porque este informe desvela la verdad sobre la hipertensión, el colesterol y la arterioesclerosis, las tres “bestias negras” de las enfermedades cardiovasculares y la única forma eficaz de tratarlas.

Son métodos probados por la ciencia aunque reniegue de ellos la medicina convencional (sí, esa misma cuyas soluciones son las que llevan a que las enfermedades cardiovasculares sean la primera causa de muerte, tanto en nuestro país como en el resto del mundo occidental).

Bajo el nombre de “enfermedades cardiovasculares” se habla de desórdenes del corazón y de los vasos sanguíneos (del cerebro, de los miembros superiores o inferiores o del propio corazón). En definitiva, de coágulos de sangre que se desprenden y se quedan en los vasos del corazón o los pulmones, produciendo embolias; o de hemorragias en los vasos cerebrales o de coágulos que terminan produciendo un ictus, o de una presión excesiva de la sangre en las arterias que puede producir infartos o hemorragias cerebrales...

Situaciones que, si usted no hace nada para remediarlo, podrían llevarle a la tumba.

¿Tiene la tensión alta? ¿toma medicación para controlarla? ¿… o ni siquiera se toma la tensión?


Si ha contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, es imprescindible que conozca lo que este informe va a contarle, porque de ello puede depender su vida. Literalmente.

Los peligros de la hipertensión son muchos: desde dolores de cabeza o malestar general hasta sufrir un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular (ACV), insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, ceguera…

Por supuesto, ante una presión sanguínea desorbitada lo principal es bajarla, para lo cual el médico tiene a su disposición una buena cantidad de fármacos.

Pero no tiene ningún sentido medicarse permanentemente contra la hipertensión sin haber llevado a cabo antes un plan de acción para devolver la presión arterial a sus valores normales de forma natural.

Es cierto que tomar una pastilla al día es fácil y parece poca cosa, y realmente uno consigue prácticamente olvidarse de que tiene la tensión alta. ¡E incluso lo cubre la Seguridad Social!

Pero los medicamentos que esté tomando no son ni mucho menos inocuos (basta con echar un vistazo al prospecto que los acompaña). Y además no “curan” la hipertensión, lo único que hacen es mantenerla dentro de unos límites de forma artificial a costa de alterar el metabolismo del organismo, convirtiendo la hipertensión en una enfermedad crónica.

Así que lo primero que encontrará en este Informe confidencial del que le estoy hablando es algo tan sencillo y tan espectacular a la vez como poder reajustar su hipertensión, manteniéndola bajo control, tenga la edad que tenga y de forma más eficaz que con cualquier medicamento. Y por supuesto sin dañinos efectos secundarios.

Si usted…

… es hipertenso.

… no sabe que lo es (le ocurre al 50% de los hipertensos).

… o toma medicación para controlar la tensión.

  Su vida puede depender de ello.

Arterioesclerosis: arterias obstruidas y la gran farsa del colesterol


Con el paso de los años, las arterias se van deteriorando, volviéndose más gruesas y rígidas. Se reduce el espacio por el que circula la sangre, lo que genera problemas cardiovasculares.

En esta situación, las arterias pueden quedar obstruidas (por ejemplo, por un coágulo de sangre que no consigue atravesar esa arteria tan estrecha), quedando sin sangre la zona que hay detrás de la obstrucción, con las consecuencias que ya sabe (angina de pecho, infarto, ictus, hemorragia retiniana, etc.).

El gran problema es que a la arterioesclerosis sólo se le suele prestar atención cuando ya ha causado la enfermedad cardiovascular, ignorándola mientras se ha estado gestando silenciosa, lenta pero implacablemente.

Y a día de hoy no existe ningún tratamiento médico que haya demostrado ser eficaz para curarla. Porque lo que le debe quedar muy claro desde ya es que los medicamentos para el colesterol no son eficaces para reducir la arterioesclerosis.

Dicho de otra forma: si usted toma medicamentos para el colesterol (estatinas), no está disminuyendo necesariamente su riesgo de sufrir un infarto o un ictus, que le pueden dejar hemipléjico, paralítico o matarle.

Además, los medicamentos que hacen bajar el colesterol (como estatinas o ezetimiba), acarrean riesgos importantes.

Desde luego, si usted toma estatinas, haría bien en asustarse, mucho más que del simple hecho de tener alto el colesterol. Paradójicamente, incluso podrían llegar a aumentar su riesgo de crisis cardíaca…

  ¡las estatinas! Si usted toma medicamentos para bajar los niveles de colesterol en sangre (estatinas), está claro que debería reconsiderarlo.

Debe sentarse a hablar con su médico.

“¿De verdad que este Informe puede salvarme de las funestas estadísticas?”


Las enfermedades del sistema circulatorio año tras año, y desde hace décadas, siguen estando a la cabeza en el ranking de las causas por las que enfermamos y morimos. Ya hemos visto que uno de cada tres españoles muere de eso.

¡Ha llegado la hora de plantarles cara de otra forma!


Definitivamente este informe va a hacerlo, y si es confidencial es porque nadie le va a contar las cosas que en él se explican.

Con él en la mano usted no tendrá que tener miedo a las enfermedades circulatorias. Cuando lo lea y aplique todo lo que en él se cuenta, entenderá por qué de eso precisamente usted no tiene por qué morir.

Va a hacer descubrimientos que le obligarán a replantearse afirmaciones que seguramente usted daba por ciertas. Va a acceder a información tan esencial como la siguiente:
  • El viaje en el tiempo y el espacio que ha permitido descubrir que es posible corregir los problemas de hipertensión de forma absolutamente natural.
     
  • Por qué varía la tensión en invierno y en verano y qué lección puede sacar de ello que le ayudará a controlar su tensión.
     
  • Una dieta frente a la hipertensión y la arterioesclerosis tan eficaz como los medicamentos (¡pero sin sus efectos secundarios!) que puede empezar a poner en marcha desde hoy mismo.
     
  • Lo que el estudio de las arterias de 137 momias de hace 4.000 años nos ha revelado para proteger hoy nuestras arterias.
     
  • Análisis -una por una- de las 9 sustancias que no pueden faltarle para tener unas arterias fuertes y flexibles y alejar el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular.
     
  • La triple estrategia para tener un sistema circulatorio sano.
     
Y estos son sólo algunos ejemplos, cogidos casi al azar de lo que estoy leyendo en el Informe confidencial que le hemos preparado, y que tengo aquí delante.

¿Se imagina lo que significaría para usted y su familia saber que ha hecho todo lo que realmente funciona para no sufrir un infarto o un ictus, y que no tiene nada que temer al respecto? Encontrará todo perfectamente explicado, paso a paso; lo que debe hacer y lo que no, una verdadera estrategia que no le costará nada llevar a cabo.

 Mantener a raya la tensión arterial sin una sola pastilla.

 Conservar un corazón robusto y unas arterias flexibles y sólidas.

 Reducir casi a cero el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular (ACV).

 Salvar vidas en su entorno. Usted no va a morir de una enfermedad circulatoria, ni tampoco sus familiares, pues usted les explicará qué tienen que hacer para lograrlo.

Nosotros no decidimos las políticas sanitarias, ni podemos decidir en qué se gasta el dinero público cuando se trata de la salud de todos. Eso es cosa de nuestros políticos.

Pero lo que sí podemos hacer es proporcionar a las personas que realmente quieren tomar las riendas de su propia salud las herramientas necesarias para poder hacerlo. Y que pasan necesariamente por despertar nuestra conciencia y ver más allá de las grandes y erróneas “verdades oficiales” que han decidido esos mismos mandatarios.

Recuerde:


► Tener la tensión alta es un riesgo que puede ser mortal.

► Tener las arterias obstruidas es otro riesgo que puede ser mortal.

Son lo que se conoce como “asesinos silenciosos”. No duelen, no avisan… pero matan.

El problema es que tomar medicamentos para el colesterol, o medicamentos para bajar la tensión no es la solución a esos problemas y le pueden hacer caer en otros riesgos, a veces incluso superiores. ¡También pueden matar sin hacer ruido!

Su médico no quiere que usted muera, pero…


Su médico no pretende ocultarle información. Tiene un interés sincero en hacer lo mejor que puede por su salud. Su médico no quiere que usted muera de un infarto, ni que tenga un accidente cerebrovascular. Y tampoco pretende que sufra efectos adversos graves cuando amablemente extiende para usted una receta prescribiéndole estatinas o betabloqueantes para la tensión…

Los médicos de la Seguridad Social o del seguro médico a los que usted visita no tienen otro remedio que seguir los protocolos establecidos por el sistema. Sólo son una pieza más de ese engranaje, operarios aunque lleven bata blanca.

Incluso es posible que los únicos congresos médicos a los que hayan asistido en los últimos años hayan sido patrocinados por los laboratorios farmacéuticos que fabrican esos fármacos que ellos prescriben. Así son las cosas. Sin olvidar que uno de los campos médicos en el que reina mayor confusión es precisamente el de la cardiología.

Mucha gente se siente más cómoda formando parte del sistema. Sin pensar ni cuestionarse nada. Van al médico, recogen sus recetas, van a la farmacia y se toman obedientemente sus medicamentos.
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