La memoria
popular ha rescatado del olvido y ha transmitido de generación en
generación el acontecimiento que supuso el descubrimiento de la Imagen
en la misma zona que ocupa actualmente su santuario y la gran devoción
que despertó desde un principio.
A grandes rasgos, se
relata que a principios del siglo XV, Gregorio Medina, un cazador de
Mures (actualmente Villamanrique de la Condesa), encontrándose junto con
sus compañeros de cacería, le tocó en suerte dirigirse a la zona de Las
Rocinas, lugar muy frecuentado por los cazadores, y allí en la chueca o
hueco del tronco de un árbol centenario halló la imagen de casi una
vara de alto hollada por las inclemencias del tiempo.
Al acercarse, pudo ver en la espalda de
la talla la siguiente leyenda: “María de los Remedios me llamo”. Volvió
al pueblo de Almonte, a cuyo término pertenecía aquel sitio, dando
cuenta de su hallazgo. De esta población llegaron numerosos vecinos
llevándose a dicha localidad la imagen. La noticia llegó a los demás
pueblos de la zona, pero entre los vecinos de Almonte y de Villamanrique
surgió una disputa en torno a la cuestión del acomodo de la talla, que
subsanaron siguiendo la costumbre de la época, unciendo en unas carretas
dos yuntas de bueyes y que su fuerza decidiera el destino de la Virgen.
Ambas fuerzas quedaron igualadas sin conseguir avanzar a un lado ni a
otro. Este hecho se interpretó como sentencia y se colocó la talla de la
Virgen en el sitio en que fue encontrada, construyéndose una ermita de
diez varas de largo gracias a las limosnas de los devotos. (ZAMORA MOYA,
José A. (2000): Vivencias (La Romería del Rocío), Algaida editores,
Sevilla, p. 20).
Azulejo. Casa Parroquial. Villamanrique |
Esta versión forma parte de la
tradición oral que comparten los pueblos de la comarca, salvo Almonte,
que en sus Reglas (1758) establece que un cazador, sin especificar su
origen, encontró la imagen. La leyenda responde a un modelo generalizado
y que en este caso presenta dos variantes fruto de los intereses
contrapuestos de Almonte, que reclama la exclusividad del símbolo y los
demás pueblos, especialmente Villamanrique. (RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador
(1989): “La Romería del Rocío, fiesta de Andalucía”, El Folklore
Andaluz, nº 3, Fundación Machado, Sevilla, p. 148).
Para protegerla de las invasiones
moriscas, la imagen debió ser ocultada en el tronco de un árbol y allí
permaneció hasta el mencionado hallazgo.
Es en los albores del siglo XV, tras el
descubrimiento de la imagen, cuando se construyó de nuevo la ermita.
Aunque, tal y como hemos indicado, desde el siglo XIII, la ermita de
Santa María de las Rocinas era visitada por los monteros de Mures
(Villamanrique), los pastores de Almonte y los carboneros de Sanlúcar de
Barrameda, el verdadero origen de la actual Romería del Rocío está en
el citado hallazgo de la milagrosa imagen, hecho singular que más tarde
las Hermandades irían a conmemorar, celebrando cada una su fiesta en la
Ermita del Rocío. (AA. VV. (1979): Gran Enciclopedia de Andalucía,
Ediciones Anel, Granada, pp. 2852-4).
De este modo la tradición oral versificada en la
leyenda de la aparición y el origen histórico que establece a Alfonso X
como el artífice de la primitiva ermita y de la propia Virgen quedan
fusionados para siempre.
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